Alicante, Comunidade Valenciana, España
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Orígenes
Los orígenes del asentamiento urbano en la huerta y alrededores de Alicante se remontan a poblados íberos. Hay evidencia arqueológica de factorías comerciales fenicias cercanas (el Palmeral de Elche, los Baños de la Reina en Campello...). Los colonos griegos de Focea, en Asia Menor tomaron como referencia al monte Benacantil llamándolo Akra Leuka (´´pico blanco´´) y pudieron ser los primeros en valorar las posibilidades que ofrecía como asentamiento militar su cima, si bien no hay certeza de edificación hasta que Amilcar Barca situó allí su principal acuartelamiento poco antes de la Segunda Guerra Púnica. En el 201 a. C. los romanos capturan la ciudad íbera del cercano Tossal de Manises conocida como Leucante o Leucanto (Lucentum es una latinización del nombre original que sólo existió en los mapas romanos) que contaba con un aceptable puerto marítimo-fluvial y ése será el primer solar de lo que con el tiempo se convertiría en Alicante.
Periodo tardorromano-visigótico
El encenagamiento del torrente que desemboca junto al poblado de Leucante/Lucentum hace que deje de ser adecuado como puerto y queda el asentamiento rodeado de marismas y pantanos palúdicos e insalubres; por lo que su población se va desplazando progresivamente hacia las faldas del Benacantil, dando lugar al verdadero origen del actual casco urbano.
Periodo islámico
Entre el 718 y el 4 de diciembre de 1248 la ciudad cae bajo dominio islámico, pasando a llamarse Al-Laqant, o Medina Laqant = ´´ciudad vieja´´ (obsérvese que el topónimo valenciano es Alacant). Durante este periodo, la ciudad siguió los destinos de Al-Ándalus y tras el desmembramiento del Califato de Córdoba perteneció a las Taifas de Denia y Murcia.
Barrio de Santa Cruz desde las laderas del Castillo de Santa Bárbara.
Conquista cristiana
En virtud del tratado de Cazola (Soria, 1179) entre Alfonso VII de Castilla y Alfonso II de Aragón, la frontera meridional de Aragón se fijaba en la línea que une Biar, Castalla, Jijona y Calpe. Por lo tanto Alicante pertenecía a la zona de expansión castellana. En el año 1243, el gobernante musulmán de la Taifa de Murcia, Muhamad ben Hud, firmó el Pacto de Alcaraz con el infante Don Alfonso, que después se convertiría en el rey Alfonso X el Sabio, por el cual el reino musulmán de Murcia se ponía bajo protectorado castellano.
Aunque en principio se procedió a repoblar la ciudad, la carencia de suficientes pobladores cristianos unido a razones económicas prolongó la permanencia de la población musulmana. Sin embargo, el gobernador de Alicante, Zayyan ben Mardanis, no aceptó el pacto y fue obligado acompañado de muchos pobladores a abandonar el área en 1247, fecha en la que comienza la soberanía castellana de Alicante. La conquista militar se finalizó el 4 de diciembre de 1248 con las tropas del rey castellano, comandadas por su hijo el infante Alfonso, futuro Alfonso X el Sabio.[1] Por el Tratado de Almizra firmado en 1244 entre los reyes de Castilla y de Aragón, en el que se fijaron los límites de la expansión de sus respectivos dominios en la línea de Biar a Villajoyosa, Alicante permaneció bajo soberanía castellana por un espacio de 48 años. El rey Alfonso X el Sabio, una vez tomada la villa a los andalusíes, conmemora la victoria denominando al castillo árabe construido sobre el monte Banu-l-Qatil (de donde proviene ´´Benacantil´´) ´´de Santa Bárbara´´, por coincidir esta festividad con el día de la toma de la ciudad por la cristiandad.
Corona de Castilla
Benacantil y Castillo de Santa Bárbara.
Desde el principio, Alfonso X el Sabio intentó establecer en Alicante un grupo de cristianos numeroso dada la importancia militar y mercantil de la villa, pero el proceso repoblador fue lento y se prolongó a lo largo de todo el siglo XIII, aunque está poco documentado a causa de la desaparición de los Libros de Reparto. Los repobladores cristianos, principalmente castellanos y leoneses,[2] recibieron todo tipo de privilegios y franquicias para facilitar su asentamiento. Con esta finalidad de asegurar mejor su creciente poblamiento e impulsar más activamente su mayor promoción económica y comercial, en agosto de 1252 Alfonso X otorgó a la ciudad el Fuero Real, muy parecido al de Córdoba. Dotó a la villa de un concejo fuerte, de numerosas exenciones fiscales y de un amplio término municipal, que abarcaba los municipios actuales de Agost, Monforte del Cid, Aspe, Novelda, Elda, Petrel, Busot, Aguas de Busot, Campello, Muchamiel, San Juan y San Vicente del Raspeig. Además, el rey castellano dispensó grandes medidas de favor al puerto de Alicante, considerado de gran valor estratégico.
Entre 1264 y 1266 Alicante estuvo inmersa en una rebelión mudéjar que se extendió por casi todo el Reino de Murcia; el rey castellano, empleado entonces en el asedio de Niebla, solicitó ayuda a su suegro Jaime I de Aragón para sofocarla. Éste intervino rápidamente y redujo todas las ciudades rebeladas a la aceptación de la soberanía castellana.
Corona de Aragón
Debido a una crisis dinástica por la sucesión de Sancho IV el Bravo, el infante Fernando de la Cerda, un aspirante ilegítimo a la Corona de Castilla, pidió ayuda a Jaime II de Aragón a cambio de donarle, en caso de conseguir la Corona, el Reino de Murcia, según los acuerdos secretos de Calatayud (1289), Ariza (enero de 1296) y Serón (febrero de 1296). Aprovechando la situación, Jaime II procedió a la conquista del Reino de Murcia.
Alicante fue conquistada en abril de 1296, a pesar de la resistencia del alcaide del castillo Nicolás Peris, terminando con la soberanía castellana. La conquista fue, en parte, facilitada por los colonos cristianos de origen catalán o aragonés (como, por ejemplo, la ayuda de la familia Torregrossa, de cuyo escudo se basa el actual blasón de la ciudad). Aun así, Jaime II respetó los privilegios e instituciones anteriores aunque adaptándolas a la nueva situación política, particularmente después de la incorporación de Alicante, y el resto de comarcas limítrofes al Reino de Valencia mediante la modificación de lo fijado en el Tratado de Almizra (Sentencia Arbitral de Torrellas, 1304 y Tratado de Elche, 1305).
La repoblación cristiana continuó, esta vez con catalanes y, en menor medida, aragoneses, con una velocidad y número mayores, por lo cual la población originariamente castellana quedó en minoría entre la población cristiana. Aun así, hasta la primera expulsión de los moriscos, la población de origen árabe era mayoritaria en comparación con los cristianos. La repoblación fue mayoritariamente de leridanos, de ahí que la lengua utilizada desde entonces, aparte del castellano, sea la que lingüísticamente se denomina catalán occidental.
La ciudad se halla a orillas del Mediterráneo, en una planicie sorteada por una serie de colinas y elevaciones. El monte Benacantil, con 169 m de altura, sobre el que se asienta el Castillo de Santa Bárbara, domina la fachada urbana y constituye la imagen más característica de la urbe. En ésta encontramos también el Tossal, donde se asienta el castillo de San Fernando, la sierra de San Julián o Serra Grossa, las lomas del Garbinet y el Tossal de Manises. Entre éstas discurren barrancos y vaguadas, algunos completamente ocultos por el crecimiento urbano como las ramblas de Canicia, Bon Hivern o San Blas-Benalúa; otras, de más envergadura, se hallan canalizadas como la Rambla de las Ovejas o la del Juncaret. Al sur de la ciudad hay una zona pantanosa, el saladar de Agua Amarga.
En la línea de costa cabe señalar las playas que son, de norte a sur: San Juan, La Almadraba, La Albufereta, El Postiguet, Agua Amarga, El Saladar, y las de la isla de Tabarca. Entre las playas de La Albufereta y la de San Juan está el Cabo de las Huertas, con numerosas calas: Calabarda, Cantalares, Los Judíos, La Palmera.
Hay un gran desnivel dentro de la misma ciudad: mientras que el Ayuntamiento está a 0 m y se toma como referencia para medir la altura de cualquier punto de España, hay barrios al mismo nivel, como la Playa de San Juan, otros a más altura como el Pla del Bon Repós y San Blas a 30 m, Los Ángeles a 75 m, o la Ciudad Jardín del General Marvá y Virgen del Remedio a más de 80 metros.
El término municipal abarca poco más de 200 km² y destaca como máxima elevación los 1.208 m del Cabezón de Oro. También hay montes de menor altura como las sierras de las Águilas, Alcoraya, Mediana, Fontcalent (426 m), Sancho y los Tajos, que separan Alicante de las comarcas del Vinalopó. Estas elevaciones son formaciones compuestas por materiales calizos, margas y areniscas. En cuanto a la hidrografía cabe señalar las cuencas del río Monnegre o Seco y de la Rambla de las Ovejas. Destaca también la isla de Tabarca, frente al cabo de Santa Pola y que forma parte del municipio.
Patrimonio histórico-artístico [editar]
Véase también: Museos de Alicante
Mercado Central de Abastos de Alicante.
Basílica de Santa María (s. XIV-XVI). Construida en estilo gótico, fue levantada sobre la antigua Mezquita Mayor y se trata del templo más antiguo de la ciudad. Destacan su altar mayor, de estilo rococó, y su portada, de estilo barroco, ambas del siglo XVIII.
Concatedral de San Nicolás de Bari (s. XV-XVII). Edificada también sobre los restos de otra mezquita, es de estilo renacentista herreriano. Sobria en su aspecto exterior, su construcción se realizó entre 1616 y 1662, aunque su claustro, más antiguo, data del siglo XV. Fue elevada como concatedral en 1959, aunque la sede catedralicia es la Santa Iglesia Catedral del Salvador de Orihuela.
Monasterio de la Santa Faz (s. XV). Situado 5 km al norte del casco urbano, es de estilo barroco. Cada año, el segundo jueves después de Semana Santa se produce una multitudinaria peregrinación que parte desde San Nicolás hasta este monasterio.
Torres de Defensa de la Huerta de Alicante (s. XV-XVII). Baluartes defensivos levantados en la Huerta de Alicante para defenderse de los ataques de los piratas berberiscos. En la actualidad se conservan poco más de 20 torres. Algunas de ellas son de gran belleza, como la de la Verónica, la de Reixes o la de Bonanza. Están declaradas Bien de Interés Cultural con la categoría de monumento lo que no ha impedido que algunas estén en ruinas.
Casa de La Asegurada (s. XVII). Construcción civil más antigua de la ciudad, fue edificada en 1685 en estilo barroco. Se encuentra en la misma plaza que la basílica de Santa María y actualmente alberga al Museo de Arte Contemporáneo de Alicante.
Casa consistorial de Alicante (s. XVIII). Punto de referencia para la medición de la altitud sobre el nivel del mar de cualquier punto de España, se trata de una arquitectura civil barroca.
Convento Canónigas de San Agustín (s. XVIII). Comenzado en 1732, sus obras se esparcieron hasta comienzos del siglo XIX. En este convento reside la virgen procesional más antigua de la ciudad ´´La Marinera´´, dado que la primera representación Mariana de la Ciudad a podemos encontrar en la Basílica de Santa María, una talla en piedra del siglo XIV.
Palacio Gravina (s. XVIII). Construido entre 1748 y 1808 como palacio del Conde de Lumiares, actualmente alberga al Museo de Bellas Artes Gravina, dedicado a la pintura y escultura regionales de los siglos XVI a principios del XX.
Palacio de la Diputación Provincial de Alicante.
Palacio Maisonnave - Archivo Municipal (s. XVIII). Casa palaciega situada en el casco antigua, en la planta baja se han encontrado restos de una necrópolis tardorromana.
Teatro Principal de Alicante (s. XIX). Edificio de estilo neoclásico, fue inaugurado en 1847.
Mercado Central de Alicante (s. XX). De estilo regionalista, fue construida en 1911 sobre la muralla del siglo XVIII que circundaba la ciudad.
Edificio de la Diputación Provincial de Alicante (s. XX). Palacio de corte neoclásico, fue inaugurado en 1931.
Lonja de Pescado (s. XX). De principios del siglo XX, es un edificio de carácter industrial de estilo historicista, que integra detalles ornamentales neo-árabes. Sirve desde 1992 como sala de exposiciones.
Castillo de Santa Bárbara (s. XIV-XVIII). Situado en la parte más alta del monte Benacantil, domina toda la Huerta de Alicante y desde él se divisa la isla de Tabarca. Antiguo castillo árabe, fue reconstruido por los cristianos y consta de tres recintos de los siglos XIV, XVI y XVIII.
Castillo de San Fernando (s. XIX). Fue construido en 1813 para defender la ciudad de la invasión napoleónica.
Además, en la Albufereta se encuentran los restos arqueológicos de la ciudad ibero-romana de Lucentum, que data de los siglos IV a. C. al III d. C.
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